… en su presentación de La (re)conquista
de la realidad:
el teatro, la novela y la poesía en el siglo
presente
(Valencia, febrero de 2008):
(Valencia, febrero de 2008):
(…) El realismo crítico de Falcón es lucha
contra la unidimensionalización de la poesía: se trata de desnaturalizar
la “narcotización” de la vida social; mirar de frente la desesperanza,
sin renunciar a la belleza como sed del poema. Pero Falcón resiste la
tentación mesiánica: no quiere sustituir ninguna voz ni pretende ser
portavoz de los oprimidos del mundo, sino darles un lugar,
llamarlos a tomar parte, a erosionar las cunetas de la historia desde
las que vociferan. Eso no equivale a un reclamo de transparencia, sino a
un intento de recobrar el aliento, situando históricamente la
injusticia, sin olvidar la necesidad de articular las luchas
estético-políticas con otro tipo de acciones sociales. Tal es su gesto
concreto que se posiciona ante el grito del mundo. Se comprende entonces
que todo «estilo» tenga implicaciones morales. Porque contra todo
presagio de fatalidad, habla aquí una poesía que conecta lo real con el
poder. Y si para algunos movimientos sociales lo personal es político,
aquí Falcón no duda en invertir la fórmula: lo político es personal. (...)