Escribe Arturo Borra…

… en su presentación de La (re)conquista de la realidad:
el teatro, la novela y la poesía en el siglo presente
(Valencia, febrero de 2008):

(…) El realismo crítico de Falcón es lucha contra la unidimensionalización de la poesía: se trata de desnaturalizar la “narcotización” de la vida social; mirar de frente la desesperanza, sin renunciar a la belleza como sed del poema. Pero Falcón resiste la tentación mesiánica: no quiere sustituir ninguna voz ni pretende ser portavoz de los oprimidos del mundo, sino darles un lugar, llamarlos a tomar parte, a erosionar las cunetas de la historia desde las que vociferan. Eso no equivale a un reclamo de transparencia, sino a un intento de recobrar el aliento, situando históricamente la injusticia, sin olvidar la necesidad de articular las luchas estético-políticas con otro tipo de acciones sociales. Tal es su gesto concreto que se posiciona ante el grito del mundo. Se comprende entonces que todo «estilo» tenga implicaciones morales. Porque contra todo presagio de fatalidad, habla aquí una poesía que conecta lo real con el poder. Y si para algunos movimientos sociales lo personal es político, aquí Falcón no duda en invertir la fórmula: lo político es personal. (...)