(…) Narrar el conflicto civil, construir poesía
con todos los materiales que la realidad y el lenguaje ofrecen,
no eludir la Historia y ponerse en la piel de los desheredados. Tales
son las columnas sobre las que se asienta la poesía de Enrique Falcón.
En sus poemas (una realidad discursiva en movimiento, en permanente
construcción/deconstrucción y de una enorme riqueza metafórica) hay una
pulsión hacia la totalidad y una permanente búsqueda de las zonas
oscuras de lo visible. Pero para Falcón lo visible no es más que la
falsa envoltura, diseñada en función de intereses (sobre todo
económicos) minoritarios, del mundo. Lo oscuro está en la miseria que
penetra en las ciudades, en un Tercer Mundo en el que la vida carece de
valor, en la irracionalidad de una sociedad que contando con medios
suficientes para construir el principio de la felicidad, se apresta,
cada día, a construir la muerte. Falcón, consciente de que esos
materiales tienen tanta legitimidad (o más) que un paisaje o un
monumento para entrar en el espacio de la poesía, carga sus poemas de
una electricidad perturbadora, ahonda en la verdad de las cosas y de
los hombres. Su poesía es "una tarea desorganizadora a partir del
tiempo interno de la historia de los radicalmente dominados pero no
vencidos" (…)