"(…) Estoy convencido, de hecho, que toda emoción
particular araña el tejido social en una colectividad humana. Creer que
–en efecto– lo personal es político, no es sólo un aviso que contra todo
descanso nos recuerdan los actuales movimientos sociales de liberación.
Otro problema distinto (y bien interesante) es, como tú bien adviertes,
el de las escalas con que se maneja hoy el "artefacto poema" una vez
puesto en circulación social. En todo caso, el debate principal que se
da en el meollo de nuestra poesía actual (iba a decir que en la
española, pero el problema va más allá de cualquier literatura
"nacional" en concreto) es precisamente ése: si el gesto que un poema
despliega (en el lector individual y en la comunidad humana a la que
pertenece) se orienta a la satisfacción y a la pacificación justificada
de nuestro mundo, o si lo pone en cuestión sin escamotear en ello los
conflictos centrales de nuestro tiempo (…)"