desordenar la vida (en la intemperie compartida del mundo),
hacer visible lo ninguneado y apurar el tiempo de las acogidas :
acompañar tantas opciones -personales, colectivamente organizadas,
removiéndose en la red- por la resistencia : bajar al temblor de dentro
en el encuentro con los otros : renombrar el mundo allí donde la herida,
allí donde estalle la vida que resiste : incluir la distorsión de la
lengua en un proyecto de escritura que ponga en conflicto nuestras
relaciones simbólicas y políticas con el reino de los asesinos, el de
-también- los usurpadores del lenguaje : reconocer insuficiente la
viabilidad de la protesta a partir de sólo los contenidos : y (contra
todo descanso) : pronunciar nosotros – para el
cautiverio y la esperanza- en una lengua que no sea la materna