¿Malos tiempos para la épica?

Araceli Iravedra
en  El Cuaderno. Cuaderno digital de cultura
(Mayo de 2018).


(...) La escenificación de lo real aún halla cabida en la poesía de Enrique Falcón, aunque la refracción y el desvío lingüístico desquicien la continuidad del discurso instrumental, como forma de poner en crisis cualquier concepción dogmática de la realidad o del significado.  

La marcha de 150.000.000 (2009) es tal vez el ejemplo más acabado de esta receta lírica: una epopeya en cinco libros donde un sujeto colectivo de filiación maiakovskiana narra el éxodo masivo de la población del Tercer Mundo hacia la opulencia del mundo occidental. La enunciación de las lacras de la sociedad capitalista se confía a una voz alterada o atravesada por los otros, que, en busca de una praxis «conflictiva» (refractaria al significado único, cautivo del pensamiento único), funda una comunicación irracional jalonada de imágenes deudoras del surrealismo, proclive a la desconexión sintáctica, a la quebradura rítmica y a la anarquía tipográfica, y hace descansar su disidencia en la descomposición del lenguaje normativo y en la irreductiblilidad o la apertura semántica:
«Porque hemos huido / y nuestros vientres (poderosos ijares de tierra) reclamado / el plato de los hombres el bostezo / el lugar que llaman Santuario / la cabeza durmiente sobre el torso de la hembra / y el juego el costillar helándose de aceites / el paso bailarín de los muslos la agonía / desclavada del abismo que se hereda / de una generación hambrienta a otra generación hambrienta / y el desmayo y los golpes del amor de un cervatillo y la quijada / y el ritmo de la letra el silabario / aprendido en las escuelas, y la alcoba: / mi clavícula partida / por las cruces poderosas de los hombres de mi estirpe». 
Por virtud de la apertura referida, la denuncia «no se momifica en tesis» (Moga); más allá de que lo político, como puntualiza Miguel Casado, no descansa únicamente en «el mensaje, un plano separado de ideas, sino en el modo en que se concibe y articula el conjunto del trabajo textual». Ya que, en efecto, la tensión elocutiva del poema, atenido a una vigorosa percusión salmódica que redobla el efecto acusatorio, apuntala eficazmente la violencia relatada. (...)