“Que mi libro de aortas os dispare” : (…) El sur saqueado
busca una vida en las ciudades del norte. Las fronteras son apenas
líneas marcadas en el mapa físico de una necesidad humana absurda, esa
de difereciarse del otro, de los que no son como él y disponer de banca y
ejercito. Las alambradas, los puestos fronterizos, las quemaduras de la
gasolina, y el temblor que de espesa en el cuerpo como una avalancha de
frío que congela unos huesos golpeados por la travesía más larga hacia
un campamento en mitad de las montañas. Hay claveles negros en el
estrecho. La Policía española ha repatriado en lo que va de año a más de
53.000 inmigrantes frustrados. Y en sólo cuatro días ha detenido a 800.
Y en un solo día y en una sola isla canaria ha recuperado los cadáveres
de diez. La demanda de mano de obra semi-legal o directamente ilegal,
pagable a precios de miseria, infraempleos que violan todos los
convenios internacionales sobre condiciones laborales, infraviviendas
donde hacinar clandestinamente a los inmigrantes… Además de la gasolina
que echa en el incendio los grandes medios con la relación
inmigración-delincuencia.
La marcha de los 150.000.000 es una sucesión de cantos, de
cantos cósmicos que acoge a los excluidos en sus versos. Una brisa
incómoda, plagada de registros diferentes que delatan una enunciación
plural. Es la constatación de las posibilidades abiertas de una
escritura política decididamente conflictiva y no-tranquilizadora : la
creencia en el texto como organismo disidente e intolerable, un largo
poema secular todavía ininterrumpido que bebe de Isaías a Ernesto
Cardenal, de Huidobro a Neruda, de los informes anuales sobre derechos
humanos, de Jim Morrison a Silvio Rodríguez…: «yo quiero oír / el
alarido de la mariposa» (…)