"(…) Y quien sólo vea una falsa ilusión en la
palabra "esperanza" difícilmente entenderá la poesía de Falcón. Se
trata, no obstante, de una esperanza paradójicamente desesperada, que no
ignora cuanto a su alrededor parece negarla. Su pasión por la esperanza
(y aquí el vocablo mantiene el fuerte sentido crítico y utópico que le
dio Ernst Bloch) no suena nunca impostada porque nace de una mirada nada
complaciente con una historia contada siempre por los vencedores. Si la
propia imaginación poética crea el espacio de otros lenguajes, la
imaginación creadora de la acción colectiva crea otras posibles
historias, rompe (como quería Walter Benjamin) esa linealidad de una
historia que pretende desconocer el nombre de sus víctimas. De ahí que
no resulte descabellada la fusión que propone el poeta entre sociología y
mística: sociología para mirar con ojos bien abiertos una realidad a
menudo insoportable; mística (en un sentido no reducible únicamente a lo
religioso) para ver más allá de lo real lo posible, que es tal vez lo
que los lenguajes del poder llaman lo imposible. Para abrir el camino a
la potencialidad inscrita en lo real la poesía puede ser una aliada
inesperada (…)"