Escribe Antonio Crespo Massieu
(presentación de Para un tiempo herido;
sala Youkali, Vallecas, Madrid, 14 junio 2008):
(…) Hacer (o dejar hacer) que compadezcan en el
poema los fragmentos rotos de lo real, las vidas deshechas, silenciadas,
es –siempre en el límite (allí donde nace la poesía)– una decisión
moral y política. Rescatar todos los fracasos, lo perdido, lo
inconcluso, para erguir la esperanza y preservarla del enemigo. El casi
último poema de su antología Para un tiempo herido,
significativamente titulado "Rendición de la lengua", lo abre Falcón con
una cita de las Tesis de filosofía de la historia de
Walter Benjamín; una cita que, ampliada aunque también incompleta, dice
así: "El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza sólo es
inherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los
muertos estarán seguros ante el enemigo cuando este venza. Y este
enemigo no ha cesado de vencer". Porque el miedo a la suplantación no
justifica nuestro silencio. En el límite, desde el respeto a una
inviolable dignidad herida, hay que buscar, como hace la poesía de
Enrique Falcón, la palabra capaz de restituir de la herida una gramática
del espanto, que nos permita decir la muerte sin ahogamos y que acoja,
en su humildad, en la conciencia de su fracaso, de su imposibilidad, el
hueco donde se aloje el silencio que quiere nombrar (…)