... en El País, 26 de septiembre de 2009
En 1994 publicó Enrique Falcón (Valencia, 1968) El saqueo,
una epopeya moral que impugnaba el imperialismo y el capitalismo
depredador, y proponía un avance hacia la fraternidad humana, bajo las
banderas del comunismo libertario con simbología cristiana, en la estela
de la Teología de la Liberación. El coro de los desheredados en el que
se diluía la voz del autor protagonizaba unos cantos pletóricos como los
grandes poemas históricos y cosmogónicos de Neruda (Canto general) y Ernesto Cardenal (Cántico cósmico),
con influencias de Maiakovski, Nazim Hikmet y, más próximo, Roque
Dalton. A aquella entrega fueron sucediendo otras, dentro del proyecto
global La marcha de 150.000.000, que al cabo de quince años aparece en edición definitiva y completa.
Compuesto por cinco apartados, 55 cantos y varios miles de versos, el
libro refiere la expedición de los sin tierra contra el Estado de
Cosas: un mundo objetivamente insoportable asumido por la conciencia
acorchada de los habitantes del norte. La lírica de esta anábasis,
organizada en oleadas salmódicas e iteraciones verbales, es asaltada por
elementos despoetizadores (crónicas y digresiones ensayísticas, cuando
no ganga informativa); eso sin contar con otras instrucciones de uso
como sus cinco prólogos. La fluencia discursiva es interrumpida por la
intersección de planos debida a las notas al margen, que proporcionan
datos necesarios para comprender un poema convertido en producto
intencionalmente circunstancial, que cuestiona la institución "poesía"
igual que antaño lo hiciera el socialrealismo de posguerra (del que
difiere por su lenguaje vanguardista y su aliento universal). El que las
abundantes notas figuren al margen, y no al pie, impone una
distribución del texto en dos columnas, lo que interfiere en la
visualización de unos cantos donde cuenta tanto la composición
topográfica de la página -versos, versículos, prosas-, y que parecen
concebidos más para ser escuchados en recitativos envolventes que
contemplados como un cuadro cubista. Ello aparte, he aquí un libro
enunciativo, desbordante y desigual, atenido a una idea de la poesía
que, exclaustrada de la intimidad, se echa a la calle y a la historia
con la voluntad -tan vieja, tan nueva- de cambiar el mundo.