artículo publicado como introducción al monográfico
“Los compromisos de la poesía” de la revista “Ínsula”
núm.
671-672 (Madrid, nov-dic 2002):
(…) Enrique Falcón concibe igualmente la poesía como una tarea
desorganizadora, y optar por un discurso disidente al margen
del lenguaje establecido es su modo de plantearse una poesía política
que, frente al conservadurismo ideológico y estético del discurso
experiencial, empuñe una palabra no complaciente con lo instituido [1]. Asistimos en este caso a
la enunciación abierta de las lacras de la sociedad capitalista, a la
narración de un conflicto civil puesta en manos de un sujeto
revolucionario, pero tal narración no será lineal y cerrada: en busca de
una práctica literaria “conflictiva”, refractaria a toda lectura
unívoca, Falcón se decanta por una escritura experimental que funda una
comunicación irracional jalonada de imágenes y asociaciones insólitas,
determinada por la incoherencia sintáctica, el encabalgamiento violento y
la omisión de los signos de puntuación normativos, sin que falte la
irrupción frecuente, como piezas inesperadas del collage, de
fragmentos de discurso enunciativo asimilables al testimonio-denuncia
periodístico. Valga como ejemplo el largo poema La marcha de
150.000.000, que narra la penosa y masiva migración de la población
del Tercer Mundo hacia los países ricos del Norte, y donde las
tensiones en el ritmo del discurso, el expresionismo de las imágenes y
la realidad insobornable de los datos muestran la dramática violencia de
la realidad relatada, y prestan la base a esa que Enrique Falcón ha
denominado una “poesía del estremecimiento” [2].
[1] Véase su poética para Feroces,
op. cit., p. 109, y su trabajo “Una
estética del delito (algunas estrategias textuales del conflicto)” ,
Lunas Rojas, 1a (abril-mayo 2001), pp. 9-12.
[2] Enrique Falcón, “Notaciones para una Poesía del Estremecimiento”, Edad de Merecer (Valencia) [1989].